Durante la frenada, la fricción de las pastillas contra el disco puede crear un aumento de la temperatura de varios cientos de grados.
Cuando los frenos están muy calientes, el calor se transmite inevitablemente a todo el circuito y degrada el líquido de frenos.
El líquido de frenos es particularmente sensible a la humedad y se deteriora con el tiempo. Se recomienda cambiar el líquido de frenos cada dos o cuatro años, de acuerdo con las recomendaciones del fabricante.
Para prevenir fallos, es importante comprobar regularmente el estado del líquido de frenos (el nivel y la temperatura de ebullición) todos los años o cada 10 000 kilómetros y de acuerdo con el fabricante.